Si hacemos una retrospectiva de todo lo que hemos vivido desde pequeños, todas nuestras decisiones y por ende nuestras acciones, nos damos cuenta que hemos aprendido a lidiar con una infinidad de cosas. Hemos pasado por varios cambios y cada etapa vivida ha sido fundamental para conocernos más, para saber de lo que somos capaces, conocer nuestros defectos y virtudes y en qué tenemos que mejorar. Sabemos que lo único constante es el cambio y es algo que muchas veces está más allá de lo que podemos controlar, nos tenemos que ir adaptando y siempre tratar de dar lo mejor. Todos hemos pasado por este mismo proceso, nadie tiene el mismo resultado pero vamos avanzando.
Si empezáramos a ver a las empresas como si fueran personas, nos daríamos cuenta que en realidad no somos muy diferentes, ambas se desarrollan de la misma forma. Cuando nace una marca, pasa por un proceso de crecimiento, va definiendo su personalidad, su filosofía y sus valores. Se va adecuando a las necesidades del mercado para así poder satisfacer mejor a las personas. En el camino podrá cometer algunos errores, pero es parte del proceso de aprendizaje y de ganar experiencia.
Igual que las personas, una empresa camina a la par de su entorno; pues todos vivimos en sociedad. Se va adaptando a los constantes cambios que aparecen, las necesidades van cambiando, la forma de comunicarse va cambiando, se rompen paradigmas, las distancias se acortan, lo que antes te podía sorprender ahora se convierte en algo habitual. Cada día es una constante de toma de decisiones, a veces serán erróneas y otros serán aciertos. Lo que sí es seguro, es que todas estas experiencias servirán para que en el próximo tropiezo que se tenga los agarre mejor parados.
Una marca es la cara de un grupo de personas por lo tanto encierra sentimientos, miedos, felicidad y deseos. Mientras más humano sea el comportamiento de una empresa, mayor empatía podrá originar con sus clientes; hasta pueden llegar a sentir una conexión tan grande que la marca dejará de pertenecerle a la empresa y pasará a formar parte de las personas. Seamos más humanos en todo sentido. No tengamos miedo en pedir ayuda o decir “lo siento, me equivoqué”. Si esas son características que se valora y se respeta mucho en una persona; ¿No crees que va a generar el mismo sentimiento de respeto en una marca? Nadie nace sabiendo, al contrario, se valora y se destaca mucho el esfuerzo. Ese es el comienzo para empezar a ser grandes.